- yo…-sus lagrimas seguían brotando, su madre siempre le dijo que era una gran actriz y esta escena habría quedo perfecta para el teatro – solo… solo quería… - se movía sin fuerzas por su cuarto, buscando lo que su esposo le ordeno devolver, era estupido negarlos aun que también era una buena forma de cubrir lo que sabia realmente – la verdad…- saco el peluche desde una caja de sombrero, era asqueroso tocarlo. Se lo extendió a su esposo cubriendo su boca y cerrando los ojos llenos de llanto.
- esa es la verdad – le respondió Sayrac, estaba claro que ya no la amaba. Su hubiera sido en los tiempos de devoción, le habría perdonado cualquiera acto incluso habría sido capaz de sancionar a su hijo por atreverse a oponerse a ella, sin embargo algo dentro de si mismo había cambiado, el velo que cubría sus ojos fue arrancado ese mismo día dejando ver lo patético de sus actos.
Sin otra cosa que hacer, cerro la puerta del cuarto sin mirarla, ahora tenia mayores problemas que arreglar, no podía dejar al ángel de su hijo en esa casa ni un día mas, con lo intrigosa y terca que era Lalyth eran cosas de horas para que volviera sobre sus huellas y encontrara a la propietaria del peluche y con ella su plato de venganza. Pasaba por el pasillo suspirando y casi sudando de la preocupación, hasta su corazón clamaba una solución para la dulce Maryn. Cuando llego a donde estaba su hijo, lo encontró sentado en la cama con el semblante sombrío, tomo lugar a su lado para darle fortaleza, era un niño después de todo, por mi inteligente y maduro que fuera tenia el derecho y deber de cometer errores.
- toma..- le dijo con cariño entregando el peluche, mucho lió se había armado por algo tan pequeño, pero una ves su padre le había dicho, que las cosas que a las vista eran tan simple, siempre eran las mas complejas.- tu madre sospecha de todo…- cruzo sus manos por encima de sus piernas, medio inclinado su cabeza hacia abajo.
- lo siento…- estrecho el peluche entre sus manos, luego llevándolo a su pecho. Sentía el remordimiento en su mente y las palabras de su padre lo confirmaban todo… su ángel, el ángel de luz estaba en peligro. Mordió su labio inferior con fuerza, ese dolor no era nada.
- descuida, solo eres un niño…- esa frase debía quitarle el peso de encima, ahora lo único que importaba era hacer las cosas correctamente, eso implicaba contar toa la verdad y ayudar a la joven. Puso su mano en la cabeza de él para darle animo – necesito hacer algo Abel…- miro de reojo a su hijo quien aun seguía en esa postura defensiva – y creo que no te gustara, pero tienes que entender que es por el bien de todos..- quito la mano de su cabeza y se levanto de la cama. No le daría mas detalles de lo que iba a ocurrir, pero estaba seguro que por un tiempo su hijo le miraría de forma diferente.
El niño no dijo nada, no sentía el derecho de reclamar alguna cosa… mucho menos oponerse a lo que su padre hiciera, solo quería que Maryn se encontrara bien. El plan de Sayrac consista en llevar a Maryn donde una de las empresas de la cuidad, le daría trabajo, además de un hogar para que se estableciera, no importaba como lo viera… en ese plan también debía incluir revelar toda la historia, la verdadera historia de él y su hijo.
Se dirigía a la cocina, donde sabia que estaría Maryn, siempre había creído en darle prisa a los asuntos. Por dentro el también sufría no imaginaba cual seria la reacción de ella.. si llegara a comprenderlos y perdonarlos o solo se dedicaría a juzgarlos y borrarlos de su vida, como fuera tenia el debes de mantenerla a resguardo. Estaba ante la puerta de entrada, tomo todo el aire que pudo atravesando el marco de la puerta, dentro de la sala de cocina estaba la tan conocida ama de llave de la casa y segunda teniente en las guerras que desataba su esposa, su cara arrugada y desabrida se curvo con una sonrisa para recibirlo.
- señor..
Solo alcanzo esa frase y el la hecho del lugar, pasmada la mujer se fue refunfuñando y de mala gana, contaba con que se fuera directo donde su señora a decirle todo lo ocurrido pero habían un asunto que urgía, dentro de la sala solo quedaban dos empleadas bien adiestradas, al nombre de señor bajaron la cabeza al suelo obediente de las ordenes, manteniendo esa rígida postura y sus manos tomadas hacia delante. Sayrac paso a la de cabello mas claro y puso su mano en el hombro, le dijo que se marchara a hacer algún quehacer de la casa y ella acato la orden saliendo con un paso muy apurado. Solo quedaba la mas joven y temerosa, se enterneció ante su figura… tan preciosa por la mañana como por la noche, en harapos y trajes largos, su rostro iluminado limpiaba cualquier cansancio o preocupación.
- Maryn…
No sabia como comenzar, así que solo dio un salto al vació y pronuncio su nombre, la chica levanto el rostro con los ojos asombrados, había reconocido la vos… pero en su mente se preguntaba si no estaba en un error, al verlo su respiración se corto, ya que era el mismo señor que tanto había pensado en él día.
- Sayrac…-movió la cabeza buscando de donde sacar respuestas - ¿Qué hace aquí?.. acaso vino a buscar trabajo..- la inocencia de ella perturbaba a veces las escenas, pero aun en su inocencia algo dentro de si le decía que no era nada bueno.
- es mejor que te sientes, tengo algo que decirte y creo que no será una charla agradable…- indico con su mano una banca y la llevo hacia ella. Su mano temblaba disimuladamente.- no quiero andar con rodeos…- suspiro, no recordaba cuando fue la ultima ves que dudaba tanto en dar una noticia – Abel y yo no somos vendedores, no somos nada de aquello que dijimos.- al ver como s rostro de ángel se quedaba de piedra, algo se rompía dentro de él – siempre te mentimos… aun que tuviéramos nuestras razones para hacerlo – movió la cabeza y paro su charla pasando su mano a la cabeza desordenando su cabello tan bien peinado – no debimos…- esa frase estaba matándolo, desde el inicio de su relación él había sido un mero engaño.
- no es cierto..- sus pequeñas y delicadas manos se cerraban en la tela de su vestido, sentía su pecho lleno de dolor. ¿la habían usado? ¡engañado todo el tiempo!. Sus ojos se llenaron de lagrimas pero las contuvo dentro de sus ojos.
- lo es…- verla de ese modo solo hacia mas dolorosa la tarea – nuestro apellido es Nightroad, somos los dueños de esta tierra… - se sentó a su lado tomando su mano y llevándola hasta su rostros – no queríamos engañarte, pero cuando hallaste a mi hijo él comenzó con una mentira por desconfianza y luego la siguió por el cariño que fue tomándote…- instintivamente beso el dorso de su tersa piel – incluyo yo no pude dejar de hacerlo…- retiro su mano de su rostro dejándola libre de haces lo que deseara – pero hoy todo cambio, Lalyth… sospecha algo y ella no es una mujer que entre en razón, aun que le habláramos con sinceridad siempre creería que le han mentido.
- ¿a que se refiere…?- al solo escuchar el nombre, le vino un presentimiento de miedo. Como si algo dentro de ella le estuviera advirtiendo, pero el taco gentil de Sayrac le otorgaba una segura calma, una profunda serenidad y confianza -
- Lalyht no entiende razones, solo ve lo que ella quiere ver Maryn…- le sonrió con preocupación, ahora mismo pensaba que su esposa era mas parecida a una arpía que a la bella mujer que siempre la había creído – yo necesito que vengas conmigo, Abel esta de acuerdo en que tú no debes quedarte mas en esta casa. Ya tengo un plan para ti y espero no te moleste, pero no pensaba dejarte abandonada y aun que nos duela separarnos de ti… solo queremos que estés bien.- se levanto de su lugar llevando consigo a la joven – por favor acepta mis disculpas y ven conmigo.. – era una suplica humilde, viniendo de un gran señor de renombre a una simple empleada que lo miraba con deslumbramiento.
- señor…- apenas podía sonreír ya que la molestia del engaño aun seguía dando vueltas en su cabeza, pero podía mas el amor que estaba demostrando Sayrac y su ferviente tono protector hacia ella.- no tengo que aceptar nada, aun que no puedo negar que todo esto me a dolido… pero el estar con usted. Le devolvió mas alegría a mi vida, de la que había perdido hacia tiempo. - bajo la mirada sintiéndose pequeña ante él – no merezco tanta preocupación y tanto afecto de ustedes… y aun así me lo dan sin compromiso. – volvió a mirar a esos profundos ojos, aquellos que movían su alma de manera extraña – acepto todo lo que me de, sin preguntas a reproches… - por fin pudo sonreír con sinceridad, con aquella aura que la caracterizaba como un ángel.
No hubieron mas palabras entre los dos, solo el silencio y los pasos sobre la cerámica de los pasillos, Sayrac tenia prisa en sacar a Maryn de la casa, entre antes estuviera lejos de ese lugar mucho antes estaría lejos del peligro enfado de su mujer. Esperaba que su hijo comprendiera el secreto de callar esta vez, era un niño pero él pedía que no se le tratara como un niño y en los errores tampoco debía serlo, iban solo los dos montados en un caballo, los empleados de la casa eran fiel al patrón mas que a la señora, todos comentaban del abusador régimen que imponía ella y del suave trato de su señor, no comprendían él porque de esa unión tan dispareja y tampoco la criticaban de mas o serian severamente castigados.
El galope del animal era mas ligero del que Sayrac esperaba, a ese paso podían llegar a la ciudad antes de la tarde instalar a Maryn dentro de una de las casas de trabajadores que tenia disponible y conseguirle un puesto en alguna tienda asociada a sus productos, con eso ella podría mantenerse bien por un tiempo, mas la ayuda que él le enviaría pero lo mas importante era que permanecería a salvo de las garras de Lalyth. Aun que las intenciones de él eran las mejores, Maryn no dejaba de llorar, se había acostumbrado de tala forma a estar junto a esos dos, que el cambio le estaba afectando mucho, no quería dejar de nuevo a una familia ya que el pasado le había quitado una y ahora estaba condenada a repetir lo mismo.
Las mentes de ambos se llenaban de pensamientos como la bruma entra en una bahía en época de invierno, inundando cada rincón de su mente con hecho no muy agradables. El tiempo transcurría rápido bajo el ligero trote del caballo que en ves de sacar la concentración de sus mentes, les marcaba el tiempo con sus cascos. En poco mas de dos horas llegaron al pueblo y con la sabia memoria del animal, Sayrac no tuvo que hacer nada para encaminarlo a su destino, una casa algo vieja pero de muy buena estructura se erguía ante ellos, dos pisos de techo terracota y paredes blancas, con un pequeño balcón donde colgaban unas plantas a medio marchitar. Era la casa que una ves le perteneció a la antigua ama de llaves de la familia, como aquella mujer no tuvo mas familia que los de la propia casa, dejo en herencia sus cosas al señor que en ese entonces era un adolescente, pocos sabían de la existencia de ese lugar ya que él mismo se había encargado de que se mantuviera escondido.
- se que no es mucho… pero es acogedora..- le dije él mientras le ayudaba a bajar del caballo. El temido tiempo se acercaba, la separación era inminente y no por ello menos dolorosa – mañana haré que la revisen para corregir lo que haga falta, por hoy deberemos conformarnos con lo que hallemos.- sin querer se incluyo en los planes y la sorpresa de ella no fue menor a la de él – conformarte…- corrigió algo tardío.-
- no se preocupe, es mucho mejor que la que tenia…- le agradeció sin dudarlos, aunque su corazón seguía conmovido con los hechos recientes – muchas gracias, y no tiene que molestarse mas.. ya con todo lo que hizo es mas que suficiente. Yo veré como hago para arreglar las cosas, no quiero que se tome la molestia..- aun que estaba siendo sincera, las palabras sonaron algo hirientes, resentidas o mejor dicho adoloridas -
- …- él tragó sus palabras, que dejaron el amargo sabor a culpa por toda su garganta, la había herido y ahora no podía pedir una caricia de su parte, aun que su estuviera desmoronado por ella.- entonces.. me marcho…- le dije inclinando su cabeza, estaba dolido por todo lo que causo su hijo y él, no era justo pero así estaban las cosas.- lamento mucho todo, aun que es tarde para las disculpas, me siento..- dejo de hablar, estaba a punto de cometer una imprudencia.- lo siento – agrego con rapidez, levantando la mirada… ¿estaba llorando? – ¿Qué sucede?..- estiro su mano pero ella retrocedió.
- no por favor..- le suplico, mientras su hombros temblaban – yo.. necesito decirle esto, necesito decirle…- jadeo entre llanto y valor, la expresión de su cara seguía siendo de dolor. Sayrac estaba preocupado, era intensa la escena, no podía reconfrontarla, pues ella no lo permitía y seguía reteniéndolo – yo… lo amo…- su mano callo inmediatamente sus labios, era horrible lo que acababa de decir, estaba metiéndose en la vida de una familia, con un hombre casado.. pero está era la ultima oportunidad de ser sincera, después de esto él se marcharía y ella volvería a su vida solitaria.
- Maryn…- pero ella seguía repeliéndolo. Intentaba hablar, decirle lo que sentía por ella pero era muy inoportuno hacerlo a esas horas, en la calle y con ella llorando.- lo siento… Abel vendrá a visitarte en otro momento. Espero que te sientas cómoda y feliz..- era absurdo, era lo peor que podía decir en ese instante estaba pasando por alto sus sentimientos como siempre.
Subió al caballo y se despidió con un gesto amable, mientras la joven seguía lagrimeando, parecía un espíritu en pena esperando en algún lugar. No volvió a mirarla solo siguió su la ruta que lo llevaría de vuelta a su casa, no soportaba mirarla. Ella no aparto el rostro de él, el caballero que pensó podía amar, se marchaba de regreso a su vida, al cabo de unos minutos ella dejo de verlo y se adentro en su nuevo hogar, lúgubre con tanta oscuridad pero cómodo para ocultar su tristeza.
Cuando Sayrac volvió a la mansión su esposa estaba histérica, pensaba que se había marchado con esa mujer, pero al verlo volver se alegro de su triunfo, sin embargo poco le duro la dicha ya que él la llamo a su despacho para aclarar algunos puntos, con una frialdad mortal. Hablaron durando dos horas, donde ella intento volver a doblegar la voluntad de su esposo pero este se mantuvo muy firme, decidio que era hora de apartarse, que no dejaria la casa pero que ya no tendrian vida de pareja estaba cansado de sus constantes berrinches y ese dia era el ultimo, aunque ella intento convencerlo no pudo pudo y mando a arreglar u cuarto para mudarse. Todos los empleados comentaron aquel hecho, lejos de aminorarse con los días se iba haciendo peor, ya que la relacion de los esposos era insostenible, las peleas eran pos cosas tan vanas como el color del mantel o los viajes de compras de la señora, el unico que se veía contento con todo lo que pasaba era el hijo de ambos, ya que con la separacion la relacion padre e hijo se hacia mas solida, en cambio la con su madre estaba totalmente rota.
Asi paso un mes entre discusiones y malos ratos, donde Sayrac no dejaba de pensar en Maryn. No conforme con su pesimo comportamiento ideo la forma de llevar a su hijo con ella sin que Lalyth sosprechara. Eso estaba difícil, la mujer apenas apartaba los ojos de ambos y su paranoia era mas extrema, pero la excusa perfecta se presento ante ellos. Abel estaba proximo a comenzar el periodo de educación y con ese motivo decidio llevarlo a la cuidad a ver algunas escuelas, lalyth tuvo razones para negarle el permiso pero por la cara que puso… la idea no le gusto nada.
Sayrac solicito una plaza en un internado en el mismo lugar donde vivia Maryn, desde luego que no tuvo problemas en conseguirlo y tambien pidio un trato especial para que su hijo se quedara a vivir fuera del internado. Todo habia sido planeado para que Abel estuviera en compañía de Maryn, aunque no lo habia consultado con ninguno de los dos, estaba muy seguro de que ambos estarian de acuerdo en ello. Ese mismo día partieron hacia la cuidad, los ánimos estaban ansiosos, había algo de especial en el aire, como el aroma a victoria que describen los soldados. Cuando llegaron se dirigieron a matricularlo pero para sorpresa de Abel sus cosas no se quedaron allá, se dirigieron entonces a una casa, era humilde y extrañamente conocida. Solo le basto ver quien salía para tirarse encima de esa persona, era Maryn, su hermoso ángel.
- te extrañe…- le dijo sin apartase y ella respondió con su amor de siempre – pensé que no volveríamos a verte…- el niño aparto su rostro del cuerpo de ella elevándolo para mirar a sus ojos. Que reconfortante visión, la misma hermosa mujer de siempre, con esos mismos ojos de madre.-
- aquí es donde vivirás Abel..- Sayrac dio unos pasos hacia ellos y noto la incomodidad de la joven, que desviaba la mirada – Maryn accedió a ser tu cuidadora, no deseaba verte en un internado, pero sí estas con ella no tengo pretextos para dejarte.-
- así es Abel, tu padre me dejo a cargo tu cuidado… - sonrió aunque no estaba completamente feliz, no por la presencia del niño sino por la de él, no esperaba verlo, menos lo que le había pedio en la mañana de ese día. Todo ocurrió tan de repente que no midió las consecuencias de tener al pequeño con ella. –
Después de una despedida entre padre e hijo, Sayrac dejo todo lo que si hijo necesitaría para estar cómodo y mucho más, mientras intentaba acercarse a Maryn pero esta siempre esquivaba sus aproximaciones. Arduamente trabajaron en una habitación de la casa, el nuevo cuarto de Abel mas acogedor que el anterior, quedaba al final de la casa y era el más grande. Sayrac le dio un confortante discurso de cuanto lo amaba y se despidió de él, pero no sin antes dejar una carta por debajo de la puerta de Maryn, de ella solo pudo despedirse de palabras ya que la joven no aguantaba que se acercara mas a ella.
El día trascurrió sin imprevistos, Abel aprovecho su tiempo después de ordenar para estar cerca de ella busco sin disimulos sus cariños y ella se los dio sin evasivas, ambos se sentían cómodos en la casa y como muchas veces antes juntos realizaban muchas de las tareas de la tarde, como prepara la cena y arreglar el hogar para el otro día. Estuvieron en la sala conversando del último mes y Abel aprovechó para disculparse de aquella ves. Para sorpresa del niño ella le do una tierna sonrisa y lo beso en la frente, le pidió que no volviera a pensar en ello ya que lo que mas importante no era el pasado sino el futuro.
Llegada la noche se retiraron a sus cuartos, Abel se despidió de ella a regañadientes, antes dormían en una sola habitación, aunque ahora no estarían muy lejos el peso su ausencia en el mes le estaba pasando la cuenta. Entonces Maryn decidió arroparlo en su cama, estaba mas alto sin duda y sus ojos azules algo mas cristalinos, el cabello platinado se hacia mas blanco y reluciente pero seguía teniendo la disposición de un niño, cerro la puerta de su cuarto y dejo la luz tenuemente encendida. Ella avanzo pesadamente a su habitación estaba cansada de fingir, le dolió volver a ver a ese hombre, aun mantenía ese sentimiento y con la noche su corazón pedía un descansó, suspiro al pasar por su puerta pero en el piso estaba un sobre con su nombre, extrañada recogió la carta, era algo gruesa.. en el instante reconoció la letra de esa persona, una caligrafía que pocas personas tenían, tan bellamente adornada, rompió el sobre con curiosidad, ¿que podía haberle escrito Sayrac? Tal ves se trataba de algo relacionado con Abel. Aun no miraba lo que contenía la carta, encendió la luz de su velador y con una presión en su estomago comenzó a leer la primera línea..
Querida Maryn:
Me averguenza mi comportamiento, pero mucho mas mis siguientes palabras. No debería tocar este tema de forma tan impersonal como una carta, pero temo que tú no me dejes siquiera derramar un sonido.
Después de todos los sucesos que acontecieron en mi hogar, me he dado cuenta de la clase de persona que era mi esposa, Abel no mintió al decir que ella estaba muerta ya que para él… así lo es. Mi esposa se ha ganado con trabajo el desprecio de su propio hijo y yo, yo no pude notarlo hasta que te conocí. Me duele recordar que en ese instante estuve a favor de esa mentira y al cabo del tiempo me alegro ser un hombre libre para ti, aunque solo fuera una mentira…
El día que mas recuerdo es aquella madrugada en la cual me besaste, creo que fue ese el hecho que rompió el hechizo de mi esposa y me dejo ser libre, libre para sentir algo que hacia años no reconocía. Quizás esto sea ofensivo ya que aun soy un hombre casado, pero ya no puedo decir que amo a mi esposa, no puedo arrancarme tu imagen, tus palabras de confesión y sobretodo la escupida reacción de dejarte. ¿será que ya es muy tarde para decirte esto? Aunque lo sea no puedo callarlo y enterrarlo en mi pecho, porque sigue molestando con un inquietante palpitar.
Maryn, como él ángel que eres… quiero pedirte, mejor suplicarte ¿podría yo amarte?, aunque solo sea yo, aunque solo yo te ame ahora, quiero hacerlo… quiero sentir mi alma llena de tu luz. Soy un egoísta, pero no tengo mas consuelo que decirte lo que yo siento por ti.
La desesperación se apoderaba de cada fibra de su cuerpo, era una confesión… ¿era amor?.. el amor de Sayrac. Doblo las hojas de papel y las metió dentro del sobre, estaba aturdida, pero noto algo que antes no había visto, una pequeña hoja dentro del sobre, la misma letra, la saco rápido y a leyó con ansia.
Aun no se como lo tomaras, pero si quieres darle esperanza a este hombre te esperare hasta el amanecer del próximo día, esperare con la impaciencia de un condenado a morir en la afueras de la cuidad.
Ella no tuvo otra reacción que correr, salio corriendo de la casa, corrió por las calles de la cuidad, no podía parar sus pies, no dejaba que su mente pensara solo sentía el estallido de su corazón, desesperada por encontrar el final de la cuidad, seguía sin cansancio la senda que la llevaría hacia él. Estaba dispuesta a seguir corriendo hasta que estuviera en su compañía, su garganta ardía y su cara también, hacia un mucho frió para solo llevar un vestido pero entre la agitación de su carrera no se percataba de eso. Antes de alcanzar la cima desde donde las personas divisaban por primera vez el pueblo lo vio.. vio aun caballo y a un hombre de pie quito cual estatua y pos alguna razón dejo de correr, le dolía el pecho, el corazón… le ardían las piernas y su respiración agitada le pedía que se calmara. Ya no quería correr hacia él, no después de que su mente volvía a su cuerpo y le advirtiera de ese error, la noche tenia una luna llena que alejaba a las sombras. Ella comprendió entonces que no era su destino y mucho menos debía aceptarlo, dio media vuelta para volver pero antes de mover un pie lo sintió… la marcha de alguien corriendo, corriendo cada rápido y acercándose. Unas manos, un abrazo y el rostro de alguien metiéndose bajo su cuello y unos labios haciendo prisionera a su piel, poco le costo saber de que quien se trataba. Lo que sucedió esa noche se quedo guardado por ambos que sucumbieron al anhelo de sus corazones.
FIN del Capitulo