miércoles, 23 de diciembre de 2009

El Caballero y el Ángel 2° parte...

- yo…-sus lagrimas seguían brotando, su madre siempre le dijo que era una gran actriz y esta escena habría quedo perfecta para el teatro – solo… solo quería… - se movía sin fuerzas por su cuarto, buscando lo que su esposo le ordeno devolver, era estupido negarlos aun que también era una buena forma de cubrir lo que sabia realmente – la verdad…- saco el peluche desde una caja de sombrero, era asqueroso tocarlo. Se lo extendió a su esposo cubriendo su boca y cerrando los ojos llenos de llanto.

- esa es la verdad – le respondió Sayrac, estaba claro que ya no la amaba. Su hubiera sido en los tiempos de devoción, le habría perdonado cualquiera acto incluso habría sido capaz de sancionar a su hijo por atreverse a oponerse a ella, sin embargo algo dentro de si mismo había cambiado, el velo que cubría sus ojos fue arrancado ese mismo día dejando ver lo patético de sus actos.

Sin otra cosa que hacer, cerro la puerta del cuarto sin mirarla, ahora tenia mayores problemas que arreglar, no podía dejar al ángel de su hijo en esa casa ni un día mas, con lo intrigosa y terca que era Lalyth eran cosas de horas para que volviera sobre sus huellas y encontrara a la propietaria del peluche y con ella su plato de venganza. Pasaba por el pasillo suspirando y casi sudando de la preocupación, hasta su corazón clamaba una solución para la dulce Maryn. Cuando llego a donde estaba su hijo, lo encontró sentado en la cama con el semblante sombrío, tomo lugar a su lado para darle fortaleza, era un niño después de todo, por mi inteligente y maduro que fuera tenia el derecho y deber de cometer errores.

- toma..- le dijo con cariño entregando el peluche, mucho lió se había armado por algo tan pequeño, pero una ves su padre le había dicho, que las cosas que a las vista eran tan simple, siempre eran las mas complejas.- tu madre sospecha de todo…- cruzo sus manos por encima de sus piernas, medio inclinado su cabeza hacia abajo.

- lo siento…- estrecho el peluche entre sus manos, luego llevándolo a su pecho. Sentía el remordimiento en su mente y las palabras de su padre lo confirmaban todo… su ángel, el ángel de luz estaba en peligro. Mordió su labio inferior con fuerza, ese dolor no era nada.

- descuida, solo eres un niño…- esa frase debía quitarle el peso de encima, ahora lo único que importaba era hacer las cosas correctamente, eso implicaba contar toa la verdad y ayudar a la joven. Puso su mano en la cabeza de él para darle animo – necesito hacer algo Abel…- miro de reojo a su hijo quien aun seguía en esa postura defensiva – y creo que no te gustara, pero tienes que entender que es por el bien de todos..- quito la mano de su cabeza y se levanto de la cama. No le daría mas detalles de lo que iba a ocurrir, pero estaba seguro que por un tiempo su hijo le miraría de forma diferente.

El niño no dijo nada, no sentía el derecho de reclamar alguna cosa… mucho menos oponerse a lo que su padre hiciera, solo quería que Maryn se encontrara bien. El plan de Sayrac consista en llevar a Maryn donde una de las empresas de la cuidad, le daría trabajo, además de un hogar para que se estableciera, no importaba como lo viera… en ese plan también debía incluir revelar toda la historia, la verdadera historia de él y su hijo.

Se dirigía a la cocina, donde sabia que estaría Maryn, siempre había creído en darle prisa a los asuntos. Por dentro el también sufría no imaginaba cual seria la reacción de ella.. si llegara a comprenderlos y perdonarlos o solo se dedicaría a juzgarlos y borrarlos de su vida, como fuera tenia el debes de mantenerla a resguardo. Estaba ante la puerta de entrada, tomo todo el aire que pudo atravesando el marco de la puerta, dentro de la sala de cocina estaba la tan conocida ama de llave de la casa y segunda teniente en las guerras que desataba su esposa, su cara arrugada y desabrida se curvo con una sonrisa para recibirlo.

- señor..

Solo alcanzo esa frase y el la hecho del lugar, pasmada la mujer se fue refunfuñando y de mala gana, contaba con que se fuera directo donde su señora a decirle todo lo ocurrido pero habían un asunto que urgía, dentro de la sala solo quedaban dos empleadas bien adiestradas, al nombre de señor bajaron la cabeza al suelo obediente de las ordenes, manteniendo esa rígida postura y sus manos tomadas hacia delante. Sayrac paso a la de cabello mas claro y puso su mano en el hombro, le dijo que se marchara a hacer algún quehacer de la casa y ella acato la orden saliendo con un paso muy apurado. Solo quedaba la mas joven y temerosa, se enterneció ante su figura… tan preciosa por la mañana como por la noche, en harapos y trajes largos, su rostro iluminado limpiaba cualquier cansancio o preocupación.

- Maryn…

No sabia como comenzar, así que solo dio un salto al vació y pronuncio su nombre, la chica levanto el rostro con los ojos asombrados, había reconocido la vos… pero en su mente se preguntaba si no estaba en un error, al verlo su respiración se corto, ya que era el mismo señor que tanto había pensado en él día.

- Sayrac…-movió la cabeza buscando de donde sacar respuestas - ¿Qué hace aquí?.. acaso vino a buscar trabajo..- la inocencia de ella perturbaba a veces las escenas, pero aun en su inocencia algo dentro de si le decía que no era nada bueno.

- es mejor que te sientes, tengo algo que decirte y creo que no será una charla agradable…- indico con su mano una banca y la llevo hacia ella. Su mano temblaba disimuladamente.- no quiero andar con rodeos…- suspiro, no recordaba cuando fue la ultima ves que dudaba tanto en dar una noticia – Abel y yo no somos vendedores, no somos nada de aquello que dijimos.- al ver como s rostro de ángel se quedaba de piedra, algo se rompía dentro de él – siempre te mentimos… aun que tuviéramos nuestras razones para hacerlo – movió la cabeza y paro su charla pasando su mano a la cabeza desordenando su cabello tan bien peinado – no debimos…- esa frase estaba matándolo, desde el inicio de su relación él había sido un mero engaño.

- no es cierto..- sus pequeñas y delicadas manos se cerraban en la tela de su vestido, sentía su pecho lleno de dolor. ¿la habían usado? ¡engañado todo el tiempo!. Sus ojos se llenaron de lagrimas pero las contuvo dentro de sus ojos.

- lo es…- verla de ese modo solo hacia mas dolorosa la tarea – nuestro apellido es Nightroad, somos los dueños de esta tierra… - se sentó a su lado tomando su mano y llevándola hasta su rostros – no queríamos engañarte, pero cuando hallaste a mi hijo él comenzó con una mentira por desconfianza y luego la siguió por el cariño que fue tomándote…- instintivamente beso el dorso de su tersa piel – incluyo yo no pude dejar de hacerlo…- retiro su mano de su rostro dejándola libre de haces lo que deseara – pero hoy todo cambio, Lalyth… sospecha algo y ella no es una mujer que entre en razón, aun que le habláramos con sinceridad siempre creería que le han mentido.

- ¿a que se refiere…?- al solo escuchar el nombre, le vino un presentimiento de miedo. Como si algo dentro de ella le estuviera advirtiendo, pero el taco gentil de Sayrac le otorgaba una segura calma, una profunda serenidad y confianza -

- Lalyht no entiende razones, solo ve lo que ella quiere ver Maryn…- le sonrió con preocupación, ahora mismo pensaba que su esposa era mas parecida a una arpía que a la bella mujer que siempre la había creído – yo necesito que vengas conmigo, Abel esta de acuerdo en que tú no debes quedarte mas en esta casa. Ya tengo un plan para ti y espero no te moleste, pero no pensaba dejarte abandonada y aun que nos duela separarnos de ti… solo queremos que estés bien.- se levanto de su lugar llevando consigo a la joven – por favor acepta mis disculpas y ven conmigo.. – era una suplica humilde, viniendo de un gran señor de renombre a una simple empleada que lo miraba con deslumbramiento.

- señor…- apenas podía sonreír ya que la molestia del engaño aun seguía dando vueltas en su cabeza, pero podía mas el amor que estaba demostrando Sayrac y su ferviente tono protector hacia ella.- no tengo que aceptar nada, aun que no puedo negar que todo esto me a dolido… pero el estar con usted. Le devolvió mas alegría a mi vida, de la que había perdido hacia tiempo. - bajo la mirada sintiéndose pequeña ante él – no merezco tanta preocupación y tanto afecto de ustedes… y aun así me lo dan sin compromiso. – volvió a mirar a esos profundos ojos, aquellos que movían su alma de manera extraña – acepto todo lo que me de, sin preguntas a reproches… - por fin pudo sonreír con sinceridad, con aquella aura que la caracterizaba como un ángel.

No hubieron mas palabras entre los dos, solo el silencio y los pasos sobre la cerámica de los pasillos, Sayrac tenia prisa en sacar a Maryn de la casa, entre antes estuviera lejos de ese lugar mucho antes estaría lejos del peligro enfado de su mujer. Esperaba que su hijo comprendiera el secreto de callar esta vez, era un niño pero él pedía que no se le tratara como un niño y en los errores tampoco debía serlo, iban solo los dos montados en un caballo, los empleados de la casa eran fiel al patrón mas que a la señora, todos comentaban del abusador régimen que imponía ella y del suave trato de su señor, no comprendían él porque de esa unión tan dispareja y tampoco la criticaban de mas o serian severamente castigados.

El galope del animal era mas ligero del que Sayrac esperaba, a ese paso podían llegar a la ciudad antes de la tarde instalar a Maryn dentro de una de las casas de trabajadores que tenia disponible y conseguirle un puesto en alguna tienda asociada a sus productos, con eso ella podría mantenerse bien por un tiempo, mas la ayuda que él le enviaría pero lo mas importante era que permanecería a salvo de las garras de Lalyth. Aun que las intenciones de él eran las mejores, Maryn no dejaba de llorar, se había acostumbrado de tala forma a estar junto a esos dos, que el cambio le estaba afectando mucho, no quería dejar de nuevo a una familia ya que el pasado le había quitado una y ahora estaba condenada a repetir lo mismo.

Las mentes de ambos se llenaban de pensamientos como la bruma entra en una bahía en época de invierno, inundando cada rincón de su mente con hecho no muy agradables. El tiempo transcurría rápido bajo el ligero trote del caballo que en ves de sacar la concentración de sus mentes, les marcaba el tiempo con sus cascos. En poco mas de dos horas llegaron al pueblo y con la sabia memoria del animal, Sayrac no tuvo que hacer nada para encaminarlo a su destino, una casa algo vieja pero de muy buena estructura se erguía ante ellos, dos pisos de techo terracota y paredes blancas, con un pequeño balcón donde colgaban unas plantas a medio marchitar. Era la casa que una ves le perteneció a la antigua ama de llaves de la familia, como aquella mujer no tuvo mas familia que los de la propia casa, dejo en herencia sus cosas al señor que en ese entonces era un adolescente, pocos sabían de la existencia de ese lugar ya que él mismo se había encargado de que se mantuviera escondido.

- se que no es mucho… pero es acogedora..- le dije él mientras le ayudaba a bajar del caballo. El temido tiempo se acercaba, la separación era inminente y no por ello menos dolorosa – mañana haré que la revisen para corregir lo que haga falta, por hoy deberemos conformarnos con lo que hallemos.- sin querer se incluyo en los planes y la sorpresa de ella no fue menor a la de él – conformarte…- corrigió algo tardío.-

- no se preocupe, es mucho mejor que la que tenia…- le agradeció sin dudarlos, aunque su corazón seguía conmovido con los hechos recientes – muchas gracias, y no tiene que molestarse mas.. ya con todo lo que hizo es mas que suficiente. Yo veré como hago para arreglar las cosas, no quiero que se tome la molestia..- aun que estaba siendo sincera, las palabras sonaron algo hirientes, resentidas o mejor dicho adoloridas -

- …- él tragó sus palabras, que dejaron el amargo sabor a culpa por toda su garganta, la había herido y ahora no podía pedir una caricia de su parte, aun que su estuviera desmoronado por ella.- entonces.. me marcho…- le dije inclinando su cabeza, estaba dolido por todo lo que causo su hijo y él, no era justo pero así estaban las cosas.- lamento mucho todo, aun que es tarde para las disculpas, me siento..- dejo de hablar, estaba a punto de cometer una imprudencia.- lo siento – agrego con rapidez, levantando la mirada… ¿estaba llorando? – ¿Qué sucede?..- estiro su mano pero ella retrocedió.

- no por favor..- le suplico, mientras su hombros temblaban – yo.. necesito decirle esto, necesito decirle…- jadeo entre llanto y valor, la expresión de su cara seguía siendo de dolor. Sayrac estaba preocupado, era intensa la escena, no podía reconfrontarla, pues ella no lo permitía y seguía reteniéndolo – yo… lo amo…- su mano callo inmediatamente sus labios, era horrible lo que acababa de decir, estaba metiéndose en la vida de una familia, con un hombre casado.. pero está era la ultima oportunidad de ser sincera, después de esto él se marcharía y ella volvería a su vida solitaria.

- Maryn…- pero ella seguía repeliéndolo. Intentaba hablar, decirle lo que sentía por ella pero era muy inoportuno hacerlo a esas horas, en la calle y con ella llorando.- lo siento… Abel vendrá a visitarte en otro momento. Espero que te sientas cómoda y feliz..- era absurdo, era lo peor que podía decir en ese instante estaba pasando por alto sus sentimientos como siempre.

Subió al caballo y se despidió con un gesto amable, mientras la joven seguía lagrimeando, parecía un espíritu en pena esperando en algún lugar. No volvió a mirarla solo siguió su la ruta que lo llevaría de vuelta a su casa, no soportaba mirarla. Ella no aparto el rostro de él, el caballero que pensó podía amar, se marchaba de regreso a su vida, al cabo de unos minutos ella dejo de verlo y se adentro en su nuevo hogar, lúgubre con tanta oscuridad pero cómodo para ocultar su tristeza.

Cuando Sayrac volvió a la mansión su esposa estaba histérica, pensaba que se había marchado con esa mujer, pero al verlo volver se alegro de su triunfo, sin embargo poco le duro la dicha ya que él la llamo a su despacho para aclarar algunos puntos, con una frialdad mortal. Hablaron durando dos horas, donde ella intento volver a doblegar la voluntad de su esposo pero este se mantuvo muy firme, decidio que era hora de apartarse, que no dejaria la casa pero que ya no tendrian vida de pareja estaba cansado de sus constantes berrinches y ese dia era el ultimo, aunque ella intento convencerlo no pudo pudo y mando a arreglar u cuarto para mudarse. Todos los empleados comentaron aquel hecho, lejos de aminorarse con los días se iba haciendo peor, ya que la relacion de los esposos era insostenible, las peleas eran pos cosas tan vanas como el color del mantel o los viajes de compras de la señora, el unico que se veía contento con todo lo que pasaba era el hijo de ambos, ya que con la separacion la relacion padre e hijo se hacia mas solida, en cambio la con su madre estaba totalmente rota.

Asi paso un mes entre discusiones y malos ratos, donde Sayrac no dejaba de pensar en Maryn. No conforme con su pesimo comportamiento ideo la forma de llevar a su hijo con ella sin que Lalyth sosprechara. Eso estaba difícil, la mujer apenas apartaba los ojos de ambos y su paranoia era mas extrema, pero la excusa perfecta se presento ante ellos. Abel estaba proximo a comenzar el periodo de educación y con ese motivo decidio llevarlo a la cuidad a ver algunas escuelas, lalyth tuvo razones para negarle el permiso pero por la cara que puso… la idea no le gusto nada.

Sayrac solicito una plaza en un internado en el mismo lugar donde vivia Maryn, desde luego que no tuvo problemas en conseguirlo y tambien pidio un trato especial para que su hijo se quedara a vivir fuera del internado. Todo habia sido planeado para que Abel estuviera en compañía de Maryn, aunque no lo habia consultado con ninguno de los dos, estaba muy seguro de que ambos estarian de acuerdo en ello. Ese mismo día partieron hacia la cuidad, los ánimos estaban ansiosos, había algo de especial en el aire, como el aroma a victoria que describen los soldados. Cuando llegaron se dirigieron a matricularlo pero para sorpresa de Abel sus cosas no se quedaron allá, se dirigieron entonces a una casa, era humilde y extrañamente conocida. Solo le basto ver quien salía para tirarse encima de esa persona, era Maryn, su hermoso ángel.

- te extrañe…- le dijo sin apartase y ella respondió con su amor de siempre – pensé que no volveríamos a verte…- el niño aparto su rostro del cuerpo de ella elevándolo para mirar a sus ojos. Que reconfortante visión, la misma hermosa mujer de siempre, con esos mismos ojos de madre.-

- aquí es donde vivirás Abel..- Sayrac dio unos pasos hacia ellos y noto la incomodidad de la joven, que desviaba la mirada – Maryn accedió a ser tu cuidadora, no deseaba verte en un internado, pero sí estas con ella no tengo pretextos para dejarte.-

- así es Abel, tu padre me dejo a cargo tu cuidado… - sonrió aunque no estaba completamente feliz, no por la presencia del niño sino por la de él, no esperaba verlo, menos lo que le había pedio en la mañana de ese día. Todo ocurrió tan de repente que no midió las consecuencias de tener al pequeño con ella. –

Después de una despedida entre padre e hijo, Sayrac dejo todo lo que si hijo necesitaría para estar cómodo y mucho más, mientras intentaba acercarse a Maryn pero esta siempre esquivaba sus aproximaciones. Arduamente trabajaron en una habitación de la casa, el nuevo cuarto de Abel mas acogedor que el anterior, quedaba al final de la casa y era el más grande. Sayrac le dio un confortante discurso de cuanto lo amaba y se despidió de él, pero no sin antes dejar una carta por debajo de la puerta de Maryn, de ella solo pudo despedirse de palabras ya que la joven no aguantaba que se acercara mas a ella.

El día trascurrió sin imprevistos, Abel aprovecho su tiempo después de ordenar para estar cerca de ella busco sin disimulos sus cariños y ella se los dio sin evasivas, ambos se sentían cómodos en la casa y como muchas veces antes juntos realizaban muchas de las tareas de la tarde, como prepara la cena y arreglar el hogar para el otro día. Estuvieron en la sala conversando del último mes y Abel aprovechó para disculparse de aquella ves. Para sorpresa del niño ella le do una tierna sonrisa y lo beso en la frente, le pidió que no volviera a pensar en ello ya que lo que mas importante no era el pasado sino el futuro.

Llegada la noche se retiraron a sus cuartos, Abel se despidió de ella a regañadientes, antes dormían en una sola habitación, aunque ahora no estarían muy lejos el peso su ausencia en el mes le estaba pasando la cuenta. Entonces Maryn decidió arroparlo en su cama, estaba mas alto sin duda y sus ojos azules algo mas cristalinos, el cabello platinado se hacia mas blanco y reluciente pero seguía teniendo la disposición de un niño, cerro la puerta de su cuarto y dejo la luz tenuemente encendida. Ella avanzo pesadamente a su habitación estaba cansada de fingir, le dolió volver a ver a ese hombre, aun mantenía ese sentimiento y con la noche su corazón pedía un descansó, suspiro al pasar por su puerta pero en el piso estaba un sobre con su nombre, extrañada recogió la carta, era algo gruesa.. en el instante reconoció la letra de esa persona, una caligrafía que pocas personas tenían, tan bellamente adornada, rompió el sobre con curiosidad, ¿que podía haberle escrito Sayrac? Tal ves se trataba de algo relacionado con Abel. Aun no miraba lo que contenía la carta, encendió la luz de su velador y con una presión en su estomago comenzó a leer la primera línea..

Querida Maryn:

Me averguenza mi comportamiento, pero mucho mas mis siguientes palabras. No debería tocar este tema de forma tan impersonal como una carta, pero temo que tú no me dejes siquiera derramar un sonido.

Después de todos los sucesos que acontecieron en mi hogar, me he dado cuenta de la clase de persona que era mi esposa, Abel no mintió al decir que ella estaba muerta ya que para él… así lo es. Mi esposa se ha ganado con trabajo el desprecio de su propio hijo y yo, yo no pude notarlo hasta que te conocí. Me duele recordar que en ese instante estuve a favor de esa mentira y al cabo del tiempo me alegro ser un hombre libre para ti, aunque solo fuera una mentira…

La Joven contenía sus lagrimas, no entendía el propósito de redactar una disculpa, si es que se trataba de eso… porque no se sentía como tal, al contrario, estaba creando en ella un sentimiento de dolor y rencor con aquellas palabras. Pero no se detuvo allí quería saber todo lo que él tenía que decirle.

El día que mas recuerdo es aquella madrugada en la cual me besaste, creo que fue ese el hecho que rompió el hechizo de mi esposa y me dejo ser libre, libre para sentir algo que hacia años no reconocía. Quizás esto sea ofensivo ya que aun soy un hombre casado, pero ya no puedo decir que amo a mi esposa, no puedo arrancarme tu imagen, tus palabras de confesión y sobretodo la escupida reacción de dejarte. ¿será que ya es muy tarde para decirte esto? Aunque lo sea no puedo callarlo y enterrarlo en mi pecho, porque sigue molestando con un inquietante palpitar.

Maryn, como él ángel que eres… quiero pedirte, mejor suplicarte ¿podría yo amarte?, aunque solo sea yo, aunque solo yo te ame ahora, quiero hacerlo… quiero sentir mi alma llena de tu luz. Soy un egoísta, pero no tengo mas consuelo que decirte lo que yo siento por ti.

La desesperación se apoderaba de cada fibra de su cuerpo, era una confesión… ¿era amor?.. el amor de Sayrac. Doblo las hojas de papel y las metió dentro del sobre, estaba aturdida, pero noto algo que antes no había visto, una pequeña hoja dentro del sobre, la misma letra, la saco rápido y a leyó con ansia.

Aun no se como lo tomaras, pero si quieres darle esperanza a este hombre te esperare hasta el amanecer del próximo día, esperare con la impaciencia de un condenado a morir en la afueras de la cuidad.

Ella no tuvo otra reacción que correr, salio corriendo de la casa, corrió por las calles de la cuidad, no podía parar sus pies, no dejaba que su mente pensara solo sentía el estallido de su corazón, desesperada por encontrar el final de la cuidad, seguía sin cansancio la senda que la llevaría hacia él. Estaba dispuesta a seguir corriendo hasta que estuviera en su compañía, su garganta ardía y su cara también, hacia un mucho frió para solo llevar un vestido pero entre la agitación de su carrera no se percataba de eso. Antes de alcanzar la cima desde donde las personas divisaban por primera vez el pueblo lo vio.. vio aun caballo y a un hombre de pie quito cual estatua y pos alguna razón dejo de correr, le dolía el pecho, el corazón… le ardían las piernas y su respiración agitada le pedía que se calmara. Ya no quería correr hacia él, no después de que su mente volvía a su cuerpo y le advirtiera de ese error, la noche tenia una luna llena que alejaba a las sombras. Ella comprendió entonces que no era su destino y mucho menos debía aceptarlo, dio media vuelta para volver pero antes de mover un pie lo sintió… la marcha de alguien corriendo, corriendo cada rápido y acercándose. Unas manos, un abrazo y el rostro de alguien metiéndose bajo su cuello y unos labios haciendo prisionera a su piel, poco le costo saber de que quien se trataba. Lo que sucedió esa noche se quedo guardado por ambos que sucumbieron al anhelo de sus corazones.


FIN del Capitulo

martes, 22 de diciembre de 2009

El Caballero y el Ángel

Capitulo seis

El Caballero y el Ángel


Las semanas pasaron velozmente desde aquel encuentro furtivo entre Maryn y Sayrac, el pequeño Abel no había tenido oportunidad de ir a quedarse con ella en la cabaña, por lo mismo su animo decaía constantemente, deseaba pasar un tiempo como un niño amado pero tenia que conformarse con comer y disfrutar de su ángel en la casa a escondidas, se paseaba como un fantasma detrás de ella para conseguir la visión de su hermoso rostro sonriendo. Mientras tanto Sayrac estaba comprometido con muchos asuntos de trabajo, la empresa iba regular, los contratos de sus empleados eran muy bajos y las regalías que estaban teniendo no eran justas, pero los demás socios no pensaban como él y abolían sus opiniones de justicia, esto le ponía de mal humor, a diferencia de sus socios, no deseaba lucrar con le sobreexplotación de campesinos necesitados, sino mas bien darles lo justo y merecido, su mente se distraía de los papeles cuando su esposa llamaba a su puerta.

- Sayrac…- dijo al entrar con un vestido exuberante de color verde pálido, con muchos detalles y el cabello platinado recogido con aun mas adornos.- ¿como se ve este vestido? – pregunto ella dando un gracioso giro exacerbando mas la grandiosa pieza de vestir.- es lo ultimo en moda, lo encargamos a Paris, ya que no me has llevado de compras tengo que hacerlas desde aquí…- dejaba leer entre líneas si disgusto por la poca atención que estaba recibiendo.

- lo siento…- se disculpo, sacando las gafas de sus ojos cansados, sorprendentemente no encontró ninguna diferencia con todos los otros trajes que tenia su esposa.- sabes que el trabajo me ha mantenido ocupado por semanas – inclino su espalda hacia atrás reclinándose en la silla.- ¿has dicho que es nuevo? – su rostro lucia tan sereno como de costumbre, pero sus ojeras y cara de cansancio lo hacia ver mas viejo de lo que era.

- acaso no lo notas…- el ceño se le frunció con algo de enfado por el desinterés de su esposo. – ¿porque siempre me haces enojar? Le prestas mas atención a esa pila de papeles que a mí… soy tu esposa por sí se te ha olvidado – se planto delante del escritorio poniendo la manos sobre la madera – hasta prefieres ir de viaje con Abel que sacarme de este encierro…- seguía hablando elevando su tono con cada palabra – ¿Por qué lo prefieres a él en vez de a mí? – una extraña escena de celos se estaba gestando dentro del estudio.

- deberías escucharte – le dijo tranquilamente, se acomodo recto en la silla soltando un suspiro cansado, Lalyth siempre mostró un carácter caprichoso y superficial que hasta entonces supo llevar, pero en ese ultimo tiempo se estaba cansando rápido de sus acostumbrados berrinches - ¿estas celosa de tú propio hijo? No crees que has pasado el limite…- por algún motivo estaba notando todas las imperfecciones que conformaban su personalidad su egoísmo, soberbia, vanidad, etc. Todas las pequeñas cosas que antes no podía ver – si deseo pasar tiempo con Abel es por que lo necesita – se levanto de la silla para imponerse con presencia – además, eres tú la que me obliga a disponer mi tiempo a los negocios – esas palabras eran peores que cuchillas ardientes – te recuerdo que eres tú a quien le importa el estatus social y económico, que no son nada módicos – se dirigió a la puerta abriéndola – ahora si me disculpas debo regresar a mis obligaciones -

- no tenias que ser tan maleducado – ella se retiro con pasos sonoros y la frente en alto, cada cosa vertida en el encuentro eran ofensas hacia su persona, no amaba a ese hombre pero tampoco permitiría que el dejase de adorarla como una diosa – nos vemos en la cena – le dijo como palabras de despedida.

En todos esos años de matrimonio él jamás se había atrevido a se tan directo y cortante con ella, algo estaba pasando con su esposo y ese algo no era nada conveniente para ella… si Sayrac intentaba a anteponer todos sus defectos y limpiaba el vidrio que ella le impuso en esos años, su feliz matrimonio estaba en problemas. Siguió avanzando por el pasillo de su casa, el cual estaba adornado con grandiosas pinturas de reconocidos artistas y en su mente se formulaban las incógnitas del cambio de su esposo, la primera y siempre acertada era otra mujer, pero conociendo la integridad de Sayrac la idea de que él tuviera otra mujer era absurda.

- jajaja.. si papá se casa con ella…

La frase le llego de golpe, era la vos de Abel, se acerco la alcoba del niño para ver que era lo que balbuceaba, pero no volvió a escuchar que hablara o por lo menos no a esa distancia, se escabullo mas cerca y logro vislumbrar la silueta de su hijo sentado en el suelo de la habitación jugando con unas ropas.

- sería lo mejor, podríamos vivir allá y comer siempre lo que cocina! – seguía jugando con trapos viejos con la miraba pegada en ellos y con una sonrisa que no conocía en él – ¿no sería genial eso? – entonces el niño levanta en sus manos lo que tanto miraba, era una remero de peluche, hecho al parecer de trapos con forma de oso.

Pego la cabeza a la pared y sus ojos se fijaron en el vació, su esposo estaba teniendo una aventura y su hijo sabia de esa mujer, no solo eso sino que apoyaba la unión de ellos… en estos momentos era cuando necesitaba de la manipulación de su hijo, pero en vista de que el niño estaba igual de embobado con la mujer aquella. Cerro la mano, clavando sus uñas en ella hasta lastimarse. Salio del pasillo llevada por una furia encendida, estaba tan molesta con lo escuchado y mas aun al saberse una idiota a quien estaban engañando.

Entro en su cuarto y cerro la puerta de golpe solo para dar un grito de ira, destruyo todo lo que estaba a su paso, destrozo hasta las cortinas de la cama arrancándolas con fuerza, estaba siendo desplazada no solo por su esposo si no por su hijo, todos eran unos traidores y querían robarles lo que tanto le había costado, hasta había luchado contra su hermana por ese puesto de señora que otra estaba deseando. Finalmente se desplomo en el suelo aun agitada por la furia del engaño, lentamente su mente comenzó a trabajar en algún plan para salvar su posición dentro de ese mondo.

Mientras la inocente chica estaba en la cocina haciendo su trabajo y ruborizándose cada ves que recordaba el beso con el señor, sentía su estomago apretado por querer uno mas, solo un beso mas de su boca para ser intensamente feliz, preparando la comida que sabría aun mas deliciosa que siempre ya que todas sus emociones puras estaban vertidas en ello. En eso entro la ama de llaves poniendo orden a su efusiva sonrisa, detestaba como esa muchacha sonreía, le parecía una amenaza para la señora, si esa niña decidía hacer algo en contra de su señora se las vería con ella, por lo mismo la mantenía a rallas y con un trabajo insignificante para alguien insignificante.

- que es tan gracioso, para que mantengas esas sonrisa – su vos de ultratumba le llevo un salto y un pequeño grito a Maryn – ¿pero que te pasa? Acaso no sabes comportarte – con el salto había saltado comida a su ropa y derramado algo al suelo – haces un desastre de todo!..- le dijo antes de retirarse

Maryn se encogió de hombros y empezó a limpiar lo que había ensuciado pensado que la señora era algo mala con ella, a las demás no las trataba tan brusco. En ese mismo momento llego la señora de la casa Lalthy pegando un golpe en la puerta con su mano, siempre era su costumbre hacer esos actos.

- ¿acaso no hay una sirvienta en estas casa? ¿o pretenden que yo me atienda sola? – siempre tenia una expresión de amargo en su rostro pero ahora era mucho mas feroz que de costumbre, Maryn se levanto casi temblando para hacerle una reverencia y bajar la cabeza – perfecto! Pido una sirvienta y viene una – la apunto con su dedo largo y fino, mirándola intensamente – tú muchacha ven conmigo, que tienes un deber que cumplir… para eso te pago. -

Sus actos siempre despreciativos no intimidaron mas a Maryn, ya se estaba acostumbrando a ser mirada como basura el problema era la orden que recibió del ama de llaves, de jamás mostrarse en la casa pero según lo veía ella era mas importante una orden directa de la señora. La siguió a cinco pasos de ella, siempre mirando solo su espalda, tenia el porte de una duquesa pero no era para nada amable, en silencio trascurrió todo el recorrido por el largo pasillo hasta llegar a una habitación que ella conocía como el cuarto del señoriíto de la casa.

- aquí – le dijo señalando la puerta de la habitación – quiero que encuentres un trapo viejo, algo que mi hijo guarda y que es asqueroso – se notaba el desprecio con el que habla del objeto pero también el enfado . Maryn se quedo perpleja con la petición, un trapo vejo… algo de su hijo, la llamo para buscarlo .- pero que haces!! Te he dicho que vayas por el!! – le grito zapateando su pie izquierdo para que su orden se cumpliera.

Ella entro al cuarto pero a simple vista no vio nada y se dispuso a buscar entre las cosas, como hurgando entre las ropas el closet del niño, estaba lleno de ropas muy costosas y las telas eran tan suaves, se distrajo tocando una lana gruesa de un abrigo pero la vos que la apuraba desde afuera la hizo reaccionar, se dirigió entonces al baúl de juguetes pero allí tampoco encontró nada, miro a la señora y le hizo señas de no encontrar nada, entonces sobre la cama, recostado en ella como si fuera una persona había un bulto, se acerco y miro mas de cerca, descubrió las sabanas y grande fue la sorpresa al ver el osito que su madre le había confeccionado años atrás, lo tomo y no salía de su asombro, estaba buscando alguna explicación para eso pero no le venia nada a la mente.

Lalyth se complació al ver como la muchacha traía consigo el muñeco, sus planes no eran requisarlo sino destruirlo para que el niño entendiera que siempre estaría bajo su mando, cuando la chica llego le arrebato el oso.

- puedes retirarte – le dijo antes de girarse y salir hacia su propio rumbo.

Maryn quedo desesperada ¿Qué le haría a su muñeco? ¿y por que se encontraba en esta casa?, suspiro e intento regresar a la cocina pero el recorrido de la casa era mas extenso de lo que imagino y no sabia siquiera en que planta estaba, siempre que visitaba las habitaciones iba acompañada de otra chica. Anduvo entonces a tropezones por las puertas, abría y cerraba con cuidado las que encontraba, además de que buscaba en cada una alguien que la ayudara, pasaron los minutos y nadie la socorría, pero el principal problema era su ausencia en la cocina, debía estar allí para terminar la comida y servirla. Estando recorriendo el lugar entro a lo que por fuera parecía un despacho, cuando abrió la puerta noto que no estaba vació como los otros cuartos, golpeo dos veces en la puerta y se adelanto a entrar haciendo la acostumbrada reverencia.
- discúlpeme, soy Maryn una de las sirvientas de la casa – continuo diciendo la joven mientras la persona se ponía rígida de espaldas a ella y no emitía ningún sonido. – disculpe, pero me podría decir donde esta la cocina…- trago saliva ya que la quietud del hombre la asustaba, aun que contenía algo de familiaridad.
- vete..- fue la respuesta seca que cobro, la persona no tuvo miramientos en ignorarla y dirigirse al sofá que de igual forma miraba a la ventana.

- perdón, no quería interrumpirlo – se disculpo por tercera ves antes de salir del despacho. Cuando cerro la puerta se quería desplomar en la entrada pero en ves de eso salio corriendo, no miraba nada solo quería huir de esa casa y no volver.
Después de la intervención en la habitación de su hijo y de encontrar lo que tanto quería, esa cosas a la que su hijo le habla, como había supuesto era una asquerosidad, un muñeco de trapo sucio y viejo, remedado, parecía una de esas cosas que usan los pobres. Sus ojos se llenaron de un fuego odioso, solo quería destruir a la persona que le había dado este regalo.
- me pregunto que harás cuando yo te atrape – apretó el muñeco entre sus manos, lo apretó hasta que se rompió las costuras del borde – cuando te atrape vas a desear jamás haberte metido en mi camino – tiro lejos de sus manos el muñeco mientras se reía complacida de su próximo movimiento, estaba conciente de su desventaja pero no importaba la forma en que salieran las cosas, ella siempre obtenía lo que deseaba.
Paso algo de media hora desde todos esos hecho, Maryn entre su huida encontró el camino a la cocina, Abel entre tanto descubría la falta de su pequeño compañero y aquel hombre tan osco no había sido otro que Sayrac, después de que Maryn se fue su alma volvió al cuerpo, no deseaba que la muchacha lo viera en la casa no sin que antes él mismo le digiera la verdad.
Abel no aguanto el desconcierto y salio a buscar su muñeco, era lo único que le daba alegría y le recodaba a su querido ángel, lo busco por todo su cuarto pero aun así jamás lo encontraría, entonces vio algo en la alfombra, un brillante arete que solo su madre usaba. Recorrido por un enorme enojo se fue hacia la habitación de su madre, con la prueba en su mano, lo que no entendía era como ella se había enterado de su muñeco pero eso no importaba de mucho, solo deseaba recuperar lo que era suyo. Recorrió el camino hasta su madre, el cual lo conocía de memoria, cuando llego abrió la puerta sin pedir permiso.
- Donde lo dejaste!! – grito el niño buscando en el primer lugar que sé le cruzo – se que tú lo tomaste! – seguía en sus acusaciones, odiaba a su madre por muchos motivos pero esta vez se había excedido, traba las ropas del closet de su madre.
- que haces?!!..- su madre llego tras él, tomándolo de las manos y lanzándolo al suelo – largo de aquí, largo!!- Lalyth se enfrascó en un duelo de miradas con su hijo, ambos ojos azules fríos resistían la intensidad del otro. – he dicho fuera de aquí!! –
- no me iré hasta que me lo entregues..- Abel valiente se levanto del suelo y le hizo frente, valía mas ese recuerdo que el respeto a su madre – devuélvelo!!-
- niño insolente, no le grites a tú madre! – la bofetada no se hizo esperar, dejando la blanca piel de Abel marcada, la mano de Lalyth se mantenía en el aire – eres desobediente e insolente, no mereces nada!
- solo quiero que me los des!! – le grito sin mover un pie de su posición, mostraba todo su valor y desafió ante ella – no es tuyo, no tenias derecho a tenerlo!..- empuño sus manos agitado con la rabia que su madre le inspiraba.
- cállate! – otra bofetada le giro el rostro a Abel, la cara de su madre derramaba todo su odio contra él. No solo era odio, lo aborrecía, detestaba la idea de que su hijo se impusiera a ella, que defendiera el regalo de otra mujer mas que a ella misma – eres un asqueroso traidor igual que tu padre!! Los dos me han estado mintiendo!! – su mano se volvió a levantar pero esta ves fue frenada por otra.
Entonces tanto Lalyth como Abel dirigieron sus miradas a quien intervenía entre su discusión, ante ellos la altura de Sayrac se imponía, su presencia era como una sombra de un gran árbol cubriéndolos a ambos. Pocas veces perdía la compostura pero esta ves lo notabas en sus ojos, se mostraba molesto, mas que eso disgustado con los dos. Tiro la mano de su mujer lejos de él y con el impulso también la empujo a ella, no alcanzo a votarla pero ese demostración de fuerza asusto de sobremanera a Lalyth, Abel en cambio levanto su cabeza esperando una reprimenda bien merecida, no se haría el desentendido y tampoco estaba dispuesto a pedir perdón.
- que esta pasando en mi casa..- sin subir su tono de vos, pero con un enfado poco visto en él, miro a cada uno por separado y luego entro poniéndose entre ellos – no puedo tener paz en mi propia casa?... es acaso este lugar un reciento de guerra! – estaba harto de soportar el día, su mujer lo estaba exasperando y su hijo no lo hacia nada de mal.
- ELLA TIENE LA CULPA!! – estallo Abel, mostrando sus lagrimas – ME QUITO LO QUE ELLA ME DIO.. - no contuvo nada, no le importo nada, solo quería tener de vuelta ese pedacito de cariño que tanto cuidaba. Estaban peligrando muchas.
- de que esta hablando?!! – grito Lalyth, había obtenido lo que deseaba, de una manera poco sutil pero lo había logrado – Sayrac!! DIME!! – ella también estaba perdiendo la cabeza, la incertidumbre la estaba carcomiendo.
- a callar los dos! – no subió ni una milésima si vos, estaba ardiendo por dentro su hijo había quebrado la confianza y el secreto que los unía, y también estaba poniendo en peligro a pobre Maryn. Si su esposa llegaba a dar con ella no se detendría en nada para sacarla de su camino.
Cuando ambos se quedaron en silencio, Sayrac aprovecho para enviar a Abel fuera del cuarto. En el estado de su hijo solo empeoraría las cosas para Maryn, necesitaba que su esposa dejara las sospechas y él no era un buen mentiroso pero lo intentaría para cuidar a esa persona. Abel seguía llorando de camino a su cama, en el trayecto su mente fue mas racional y vio entonces el terrible error que había cometido, no pudo ver en ese instante lo que su madre estaba planeando y como un animal cayo en la trampa. Mientras tanto Lalyth actuaba su papel de afligida, no soportaba la idea de ser reemplazada y mucho menos perder lo que tenia, las palabras de su esposo no la convencían, la historia que le contaba distaba mucho de lo que escucho de su propio hijo.
- no sabes el daño que me haces…- gimoteaba entre las palabras – yo he sido una buena esposa, una buena madre!..- daba vueltas en el cuarto, secando las lagrimas con su hermoso pañuelo bordado – como quieres que te crea! No puedo hacerlo!.. ni siquiera puedo mirarte!..- su pose y sus manos dramatizan aun mas la escena, solo quería obtener una confesión, solo una para dejar a su esposo atado a ella por la culpa -
- no exageres Lalyth..- él sabia que juego estaba usando ella, podía dejarla hacer lo que deseaba, lo que significaba que no era un tonto sino un permisivo.- si no puedes creer lo que digo entonces… piensa lo que quieras! – estaba cansado de jugar, solo quería que su esposa dejar el drama y se comportara mas como una adulta.- ahora devuelve me lo que Abel perdió…- extendió su mano a ella, mirándola con sentencia y antes de que opusiera un reproche le advirtió – y no me niegues que lo tienes, yo se que es así..- esa ultima palabra la marco enérgicamente, así como ella lo conocía, él también sabia de sus trucos y sus fallas.

to be continue..